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viernes, 20 de abril de 2012

EL TALLER DE SEVILLA DE LEYENDA ESTUDIA LA LEYENDA DE LA SUSONA

LEYENDA DE LA SUSONA

El Tribunal de la Inquisición se estableció en Sevilla, el 1 de enero de 1481, en el Convento de San Pablo. La creación del terrible tribunal causó un inmenso pánico en el pueblo judío.

Tres conversos entre los más distinguidos de Sevilla, tanto por respetabilidd como por su riqueza, Diego de Susan, Bartolomé de Toralba y Manuel Sauli, convocaron a los principales cristianos recientemente convertidos de Sevilla, Utrera y Carmona, para tratar del peligro que les amenazaba.

Había entre los convocados magistrados, consejeros municipales, arrendadores de impuestos, dignatarios eclesiásticos, el mayordomo de la iglesia del Salvador, el alcaide de Triana y otros de alta posición y fortuna.

La asamblea eligió como lugar de reunión más propicio y menos sospechosos la iglesia del Salvador.

Susan pidió la adopción de medidas necesarias y era partidario de recurrir a la fuerza:
"Nosotros ¿no somos los principales de la ciudad en tener, y bien vistos por el pueblo?. Hagámonos con amigos y si nos vienen a prender, meteremos en bullicio la cosa de común acuerdo con nuestros partidarios y con el pueblo; entonces, nos será fácil vengarnos matando a enemigos".

Aunque hubo algunos que se pronuciaron a favor de la Inquisición, la mayoría de los miembros, aprobaron el proyecto de Diego Susan, se hicieron con seguidores y distribuyeron armas y dinero.

Susan tenía una hija de sorprendente belleza, la "Fermosa fembra", vulgarmente Susona, que estaba enamorada de un galán cristiano, al que le confió en secreto los planes de su padre, éste, en su celo religioso, dio cuenta al Santo Oficio.
Los conjurados fueron sorprendidos con armas y encerrados en las mazmorras de la Inquisición. Los principales conjurados: Diego Susan, el Docto Abolafia, el venerable anciano Benedeva y los ricos Sauli y Torralba, fueron quemados el 6 de febrero de 1481 en el primer auto de fe celebrado en Sevilla.

Se cuenta que cuando Susan iba a la hoguera, la soga que llevaba al cuello arrastraba por los suelos, conservando hasta el último momento su gracejo andaluz, dijo a los que lo acompañaban: "Quitadme de encima esta toca tunecí!.

Susona, sintiéndose culpable de los sucedido, ingresa en un convento, pero al parecer se adaptaba dificilmente a la disciplina del convento, salió de él, tuvo varios amantes y en su testamento expresaba el deseo que se colocara su cabeza en la puerta de su casa "donde había vivido mal, para ejemplo y castigo de sus pecados".

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