Tras haber analizado la leyenda del lema o logotipo del Ayuntamiento Hispalense, el famoso "NO8DO", visitamos el Ayuntamiento de Sevilla. El rey Alfonso X el Sabio ante la lealtad que mantuvo la ciudad de Sevilla hacia su persona en la guerra que mantuvo con su hijo Don Sancho, le concedió como agradecimiento el lema "NO8DO", que se lee "NO MADEJA DO", expresión con la que el monarca quería agradecer el hecho de que no lo hubiesen abandonado , y desde aquella época puede verse en el escudo de la ciudad, banderas, mobiliario, etc.
Durante el recorrido por la Plaza de San Francisco, recordamos la famosa leyenda del "Lego ingenioso" y de la "Misa de Ánimas", que se desarrollaron en el desaparecido Convento de San Francisco o Casa Grande.
La primera de ellas tuvo lugar en época del monarca Pedro I, donde nos cuenta como la astucia de un lego de la cocina consigue salvar al prior del convento de la ira del monarca. El rey tras visitar el Convento de San Francisco y comprobar que el prior se había ausentado para ir a predicar una novena a Jerez se enfado muchisimo y ordenó que al día siguiente se presentase el prior en palacio. El prior muy asustado no sabía que hacer, entonces un lego de cocina le dijo que no se preocupase, que el acudiría en su lugar y solucionaría el problema. El lego se presento ante el monarca con la capucha puesta, ocultando su rostro para que Don Pedro no descubriese que él realmente no era el prior de la orden. El rey amonesto al prior y le dijo que puesto que era considerado tan sabio debía demostrárselo a él, le haría tres preguntas y si las respuestas le satisfacían podría marcharse en paz.
- La primera: ¿Cuánto valgo yo?.
- La segunda: ¿Dónde está el centro de la tierra?.
- La tercera: ¿En qué cosa estoy yo equivocado?
El lego fue contestando a cada una de las preguntas.
- A la primera pregunta de Vuestra Alteza, de cuánto podéis valer, os digo que veintinueve reales; recordad que a Jesucristo lo vendieron por treinta monedas, y no creo que Vuestra Alteza, pretenda valer tanto como Nuestro Señor.
La respuesta le resulto satisfactoria al rey.
- A vuestra segunda pregunta, de dónde está el centro de la Tierra,os diré que el centro de la Tierra está mismamente donde tenéis puestos vuestros pies, no porque seáis rey, sino porque siendo la Tierra redonda, por cualquier sitio tiene ella debajo el centro.
Esta respuesta también le agrado al rey.
- Y finalmente, a la tercera pregunta, os diré, que en lo que ahora mismo estáis pensando, estáis completamente equivocado; en este momento pensáis que estáis hablando con el Prior del convento de San Francisco, pero estáis equivocado porque con quien estáis hablando no es más que un lego de la cocina.
Y levantándose la capucha dejó ver su rostro.
El rey quedo completamente satisfecho con la respuesta del lego, al prior del convento lo ordeno que se fuese a otra ciudad donde se pudiese aprovechar más su sabiduría y al lego de la cocina lo nombro prior de la Casa Grande de Sevilla.
La segunda de las leyendas "La Misa de Animas", se desarrolla en una de las capillas del Convento de San Francisco, la Capilla de San Onofre.
Según cuenta la leyenda se encontraba un fraile rezando cuando vio entrar a un compañero de orden que se encaminaba a la sacristía y volvía a salir al poco rato, vestido para oficiar la misa. El fraile depositó el cáliz, se situó ante el altar, miró hacia los bancos, dio un gran suspiro, y recogiendo el cáliz, sin haber dicho la misa, se volvió a la sacristía de la que volvió a salir vestido con los ropajes de su orden, y cruzando la iglesia desapareció.
Al día siguiente, a la misma hora, volvió a entrar el mismo clérigo y actuando del mismo modo, se marchó, lo cual hizo sospechar al fraile que oraba por lo que decidió comunicárselo al Prior, el cual le contestó diciéndole que la próxima vez que ocurriese, se prestase a ayudarle a celebrar la misa.
Un dos de noviembre, día de los difuntos, volvió a aparecer el misterioso clérigo, entonces el fraile, se acercó al fraile y le dijo: - ¿Quiere su paternidad que le ayude a la misa?
El fraile no contestó, pero inició con voz casi ininteligible las primeras palabras del Santo Oficio.
Cuando acabó la celebración, el clérigo se acercó al fraile y este le dijo que era un fraile del mismo convento que él, fallecido hacia años. Le explicó que se encontraba en el Purgatorio por no cumplir en vida con su obligación de realizar la misa de difuntos, pero que gracias a su ayuda había purgado su pena y ya podría subir al Cielo.
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